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La Potencia Espiritual de la Familia

by Father Brian J. Soliven on Sunday September 17, 2023

¿Cómo queremos ser recordados cuando muramos? Cuando finalmente llegue nuestro fin, las palabras que la gente dirá sobre nosotros serán nuestro legado. Las historias que la gente contará sobre nosotros serán un testimonio de cómo vivimos. ¿Qué dirán? El fue amable. Era un padre amoroso. Sacrificó su vida por el bien de la familia. ¿Era una persona de profundo amor por Jesucristo? Era un cristiano fiel. San Pablo, en la segunda lectura de la Misa de hoy, habla del corazón del asunto. “Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni muere para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos.” (Cf. Romanos 14:7-8).

Él está hablando aquí del misterio de nuestro bautismo. Cuando el agua fría fluyó sobre nuestras cabezas y el sacerdote dijo las antiguas palabras: “Yo os bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, nuestra vida eterna cambió para siempre. Pasamos a ser parte del cuerpo de Jesucristo de una manera radicalmente nueva. Fuimos incorporados a él. Un cristiano bautizado se une íntimamente a Jesús, hasta el punto de que él vive en nosotros y nosotros en él. Otra forma de pensar en este gran misterio es imaginar dos piezas de cera derretida fusionándose. Ése es el trasfondo teológico del que habla San Pablo. Intensificaría este significado en su Carta a los Gálatas, cuando escribió: “Vivo yo, ya no yo; vive Cristo en mí”. (Cf. Gálatas 2:20).