Cada vez que entro en un cuarto lleno de gente, o en mi caso, en una iglesia llena de gente, una
cosa es por seguro... habrá dolor en ese lugar. Muchas personas llevan un enorme peso sobre sus hombros.
Muchos de nosotros en este momento tenemos problemas que se sienten demasiado pesados ​​para cargar.
Puede ser que usted sienta que sus problemas son tantos que apenas puede respirar. Nos vemos las caras,
sonreímos y reímos y charlamos, pero debajo de todo, el dolor nos asfixia.

Ustedes y yo tenemos el poder y la capacidad de aumentar el dolor del mundo o de hacerlo menos.
Pregúntese, cada vez que entro en una habitación, ¿aumento el dolor de las personas o lo quito? ¿Hago el
mundo mejor o peor? ¿Agrego al dolor de mi familia o ayudo a otros a cargarlo? Yo no sé ustedes, pero no
quiero aumentar el dolor. Ya hay suficiente en el mundo.